¿Existe una universalidad ética? ¿Cómo
podemos considerar y comparar una cultura y otra?
Diariamente ponemos en
comparación cualquier cultura distinta a la nuestra, sin embargo no sabemos cómo
realizar una verdadera valoración o ¿sobre qué condiciones podemos determinar
que nuestra cultura es mejor que otra?
Para poder evaluar distintas
culturas primero ya debimos haber examinado la nuestra, ya hecho ese ejercicio,
Villoro nos da casi un mapa o lista de condiciones a cumplir para evaluar a
fondo las culturas.
Una ética sólo puede referirse a
comportamientos y disposiciones conscientes e intencionales. Incluiría, por lo
tanto: 1) Una ética de las creencias, que habría de referirse a las maneras
como la voluntad debe incidir en la justificación, la adopción y el rechazo de
las creencias.2) Una ética de las actitudes, que se pregunta-ría por los
valores a los que debería dar preferencia en la cultura, y 3) una ética de las
intenciones, de los fines que deben fijarse para una cultura.
Por otra parte, una ética de la
cultura debería poder señalar deberes y derechos en dos niveles diferentes,
relacionados entre sí: 1) Deberes y derechos del agente ante la cultura a que
pertenece, como individuo y como miembro de un grupo. 2) Deberes y derechos de
una comunidad cultural frente a otras comunidades, sean éstas dominantes o
dominadas.
Una cultura satisface
necesidades, cumple deseos y permite realizar fines del hombre. ¿Cómo? Mediante
una triple función: 1) Expresa emociones, deseos, modos de ver y de sentir el
mundo. 2) Da sentido a actitudes y comportamientos. Señala valores, permite
preferencias y elección de fines. Al dar sentido, integra a los individuos en un
todo colectivo. 3) Determina criterios adecuados para la realización de esos
fines y valores; garantiza así, en alguna medida, el éxito en las acciones
emprendidas para realizarlos.
Teniendo en mente esos supuestos
podemos hacer un ejercicio detallado con estas valiosas herramientas, ya que
podemos determinar si ciertas acciones que hacen las otras culturas son legítimas
en orden de lo ético y no de lo moral.
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